En la escuela de espiritualidad de Santa Sor Faustina la primera tarea es conocer a Dios en el misterio de su misericordia. Al comienzo Santa Sor Faustina realizaba esta tarea con medios muy sencillos: meditando la Palabra de Dios, leyendo lecturas espirituales, escuchando conferencias, meditando los misterios del rosario y las estaciones del Vía Crucis, participando en retiros y ejercicios espirituales, viviendo profundamente los santos sacramentos y las solemnidades del año litúrgico. Iba conociendo el misterio de la misericordia de Dios a través de los textos de la Sagrada Escritura y la Liturgia de la Iglesia…, pero también trataba de percibir las muestras del amor de Dios en su propia vida. En el examen de conciencia cotidiando hacía la pregunta: ¿Qué ha hecho Dios por mí hoy? Gracias a eso, el amor de Dios no era para ella solamente una verdad bella, pero abstracta sino que iba haciéndose también una realidad presente en su vida, cobrando formas concretas en lo cotidiano. Santa Sor Faustina veía que toda su vida estaba sumergida en la misericordia de Dios. En ella se sumerge mi alma todos los días,- escribió-, no conozco ni un momento de mi vida en que no haya experimentado tu misericordia (Diario 697). Ella es un hilo de oro que nos acompaña durante toda la vida y mantiene el contacto entre nuestro ser y Dios en cada aspecto (Diario 1466). Se daba cuenta perfectamente de que no es posible conocer el misterio de la misericordia de Dios solamente con su propio esfuerzo, sino que el trabajo mental del hombre tiene que ser reforzado por la gracia de Dios. Por eso rogó: Oh Jesús mío, dame la sabiduría, dame una inteligencia grande e iluminada por tu luz, solamente para que te conozca mejor, oh Señor, porque cuanto mejor te conozca, tanto más ardientemente te amaré (Diario 1003; cfr. Diario 1474).
Sor Faustina percibía que no es posible conocer a Dios solamente a través del intelecto, sino que es necesario también practicar el amor al prójimo. He conocido y he experimentado – constató en el Diario – que las almas que viven en el amor se distinguen por una gran perspicacia en el conocimiento de las cosas divinas, tanto en sus propias almas como en las almas de los demás. También las almas simples, sin instrucción, se distinguen por sabiduría (Diario 1191).
Este modo de conocer a Dios fue reforzado en la vida de Sor Faustina por el don de la contemplación infusa. Eso le permitió penetrar muy profundamente en este misterio de nuestra fe, para darlo a conocer al mundo. Gracias a sus escritos dejados en el Diario podemos conocer mejor a Dios en el misterio de Su amor misericordioso al hombre.