En la segunda semana de Adviento, junto con Santa Faustina, nos proponemos meditar la misericordia de Dios en el misterio de la encarnación del Hijo de Dios. “Oh Dios, que no has exterminado al hombre después de la caída, sino que en Tu misericordia lo has perdonado como Dios, es decir, no sólo le has perdonado la culpa, sino que le has colmado de toda gracia. La misericordia Te ha empujado a dignarte descender hacia nosotros y levantarnos de nuestra miseria. Dios descenderá a la tierra, el Señor de los señores, el Inmortal se humillará. Pero ¿dónde descenderás, Señor? ¿Al templo de Salomón o haces construir un santuario nuevo al que piensas descender? Oh Señor, qué templo Te prepararemos, (105) visto que toda la tierra es Tu escabel? Tú Mismo Te has preparado un templo, la Santísima Virgen. Sus entrañas inmaculadas son Tu morada”(Diario 1745). Esta semana meditemos la misericordia de Dios en el misterio de la Encarnación de su Hijo que por nosotros asumió un cuerpo humano en el seno de la Virgen María. Demos gracias porque así se ha elevado la naturaleza humana, que desde entonces está presente a través de Jesús en el misterio de la Santísima Trinidad.