El 17 de agosto de este año cae el 22 aniversario de la consagración del mundo a la Divina Misericordia, hecha por el Santo Padre Juan Pablo II, durante su último viaje a Polonia, en el Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia-Łagiewniki. Después de la consagración de la basílica pronunció un acto, en el que encomendó el destino del mundo y de todo hombre a Dios, Padre rico en misericordia. Este actó llegó a ser la oración diaria no solo de las hermanas de la Congregación de la Madre de Dios de la Misericordia y de los peregrinos que acuden al Santuario de Łagiewniki, sino también de millones de personas de todo el mundo.
“Dios, Padre misericordioso,
que has revelado tu amor en tu Hijo Jesucristo
y lo has derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo, Consolador,
te encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre.
Inclínate hacia nosotros, pecadores;
sana nuestra debilidad;
derrota todo mal; haz que todos los habitantes de la tierra experimenten tu misericordia,
para que en ti, Dios uno y trino,
encuentren siempre la fuente de la esperanza.
Padre eterno, por la dolorosa pasión y resurrección de tu Hijo,
ten misericordia de nosotros y del mundo entero.”