Un lugar donde Dios ha colocado un gran tesoro es el Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia-Łagiewniki, donde, junto a la muerte de Santa Faustina, Dios depositó toda su herencia espiritual, incluido el mensaje de la Misericordia, con el que la envió «a toda la humanidad». Desde aquí – como dijo San Juan Pablo II – se extiende a todo el mundo. Por ello, este santuario se encuentra entre los primeros del mundo en cuanto al número de países de los que proceden los peregrinos.
En el convento de Łagiewniki de la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia, Santa Faustina experimentó muchos encuentros extraordinarios con Jesús, la Virgen María, ángeles, santos y almas que sufren en el purgatorio. Aquí, de forma mística, experimentó una extraordinaria comunión con el Dios Trino, vio el cielo y el infierno. En su «Diario», una de las perlas de la literatura mística y el libro más traducido en polaco, dejó constancia de más de 280 encuentros extraordinarios de este tipo, no sólo en la capilla, sino en prácticamente cualquier lugar. El santuario de Łagiewniki es, pues, un lugar de apariciones. Pero también es un lugar de milagros y de miles de gracias que la gente pide delante de la famosa imagen de Jesús Misericordioso y en la tumba de su Apóstol en la capilla del monasterio.
Este lugar único en el mapa del mundo estaba en la lista del proyecto «Conoce Polonia» del Ministro de Educación Nacional Przemysław Czarnek, que escribió en una carta a los profesores: «Me gustaría que los jóvenes, que en el futuro decidirán el destino de nuestro país, conocieran la cultura polaca, respetaran la lengua y el patrimonio nacional y, sobre todo, crecieran con el orgullo de ser polacos». Gracias a los fondos asignados a este proyecto en el marco del programa gubernamental «El orden polaco», las autoridades que dirigen las escuelas públicas y no públicas recibirán una financiación de hasta el 80% del coste total de los viajes.