La contemplación de la Misericordia en lo cotidiano es el rasgo característico de la escuela de espiritualidad de Santa Sor Faustina. La contemplación adquirida – según dice Tanquerey – es la oración afectiva de simplicidad, acto de simple mirada a Dios junto con sentimiento de admiración y amor. Las almas que llegan al estado de contemplación no necesitan largas meditaciones ni análisis mentales, conocen a Dios más bien naturalmente, sin deducir, en cierto modo están cara a cara con el Señor y aman a Dios con amor intuitivo, como el niño ama a su buena madre. A estas almas les es difícil comprender cómo es posible no amar a Dios, vivir sin Él.
Santa Sor Faustina nos enseña a contemplar a Dios en lo cotidiano, es decir, a descubrirlo en el alma y vivir con Él toda la vida. No busco la felicidad fuera de mi interior donde mora Dios – confesó en el Diario – Gozo de Dios en mi interior, aquí vivo continuamente con Él, aquí existe mi relación más íntima con Él, aquí vivo con Él segura, aquí no llega la mirada humana. La Santísima Virgen me anima a relacionarme así con Él (Diario 454; cfr. Diario 1793).
Hay una simple práctica que sirve para contemplar a Dios en lo cotidiano. Cuando Sor Faustina quiso cambiarla, Jesús se lo prohibió, porque es una práctica que da grandes beneficios espirituales. Esta práctica consiste en unirse a Jesús que mora en el alma, por ejemplo a través de una jaculatoria (una breve invocación orante). El uso consecuente de esta práctica trae abundantes frutos para la vida espiritual: desarrolla el vínculo personal de amor con Dios y lleva a la participación cada vez más perfecta en la vida y misión de Jesús. Permite vivir la vida, en todas sus dimensiones, junto con Él. Con Él voy al trabajo – escribió Sor Faustina – con Él voy al recreo, con Él sufro, con Él gozo, vivo en Él y Él en mí. No estoy nuca sola, ya que Él es mi compañero permanente. Siento su presencia en cada momento (Diario 318). La contemplación de la Misericordia en lo cotidiano, así practicada, no exige aislarse del mundo ni estar en el convento; puede aplicarse en cualquier vocación. En el tiempo de grandes temores, de la falta de seguridad y de amor, a través de la vida de Santa Sor Faustina, Dios ha recordado la verdad de que mora en el alma humana (la verdad de la cual San Juan escribió en su Evangelio) y ha llamado a cada uno de nosotros a permanecer con Él en la profundidad de nuestro ser.