El 2 de febrero, en la fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el Templo, en la Iglesia Católica se celebra el Día de Vida Consagrada, que nos permite conocer más profundamente el don de la Divina Misericordia que constituye la vocación para una vida en pobreza, castidad y obediencia. Es un día de agradecimiento por cada vocación para el servicio a Dios y por la variedad de carismas de los que los institutos de vida consagrada han sido dotadas. Las Hermanas de la Congregación de la Madre de Dios de la Misericordia, gracias a los carismas recibidos por la fundadora, madre Teresa Potocka y la cofundadora espiritual, santa sor Faustyna Kowalska, participan en la vida y la misión salvífica de Jesús tras predicar al mundo el amor misericordioso de Dios hacia todos los hombres, el testimonio de la vida, los actos y la oración. Tanto los sacerdotes como creyentes no ordenados participan de diversas formas en la espiritualidad y la misión apostólica de la Congregación, sobre todo los miembros y voluntarios de la Asociación de Apóstoles de la Divina Misericordia “Faustinum” de más de 90 países del mundo.