En la ruta del ferrocarril que va de Poznań a Szczecin, a pocos kilómetros de Poznań se encuentra Kiekrz, un pequeño pueblo encantador, cuya interesante historia se remonta a tiempos inmemoriales. La primera mención histórica de Kiekrz procede de 1386, y la primera vez que se menciona la parroquia es en 1397. Esta hermosa población, está situada entre dos lagos: Kierskie Grande y Kierskie Pequeño; también está marcada por la presencia allí de santa Faustina, pues en el verano de 1929 pasó varias semanas en la comunidad que las Hermanas de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia tienen en la calle Kierska número 10. En aquel entonces, ella era una joven religiosa, así que la solían mandar a aquellas comunidades de la Congregación donde hacía falta sustituir a alguna hermana, fuera porque debía irse para hacer la tercera probación, para sustituir a una hermana enferma o para ayudar a poner en marcha una nueva casa. Esto explica cómo, en 1929, Sor Faustina estuvo en Vilna, en Grochow en Varsovia, en Kiekrz y otra vez en Varsovia en la calle Żytnia.
Encuentro en el lago
El 7 de julio de 1929, Sor Faustina llegó a Kiekrz para sustituir en la cocina a la hermana Modesta Rzeczkowska que había caído enferma. Era capaz de compaginar su trabajo en la cocina con una vida espiritual muy profunda. Sabía aprovecharlo todo para ir conociendo más y más profundamente el amor misericordioso de Dios y responder a él con una actitud de confianza y de amor a Dios y al prójimo. Un cierto día, experimentó un extraordinario encuentro con el Señor, maravilloso por su sencillez, e incluso se podría llamar un «romántico» encuentro con Jesús. Sabemos lo que sucedió en el lago, de su relato que escribió en el «Diario»: Cuando fui a Kiekrz para sustituir algún tiempo a una de las hermanas una tarde atravesé la huerta y me detuve en la orilla del lago, y durante un largo momento me quedé pensando en aquel elemento de la naturaleza. De repente vi a mi lado al Señor Jesús que me dijo amablemente: Lo he creado todo para ti, esposa Mía, y has de saber que todas las bellezas son nada en comparación con lo que te he preparado en la eternidad. Mi alma fue inundada de un consuelo tan grande que me quedé allí hasta la noche y me pareció que estuve un breve instante. Aquel día lo tenia libre, destinado al retiro espiritual de un día pues tenia plena libertad para dedicarme a la oración. Oh, que infinitamente bueno es Dios, nos persigue con su bondad. Con mucha frecuencia el Señor me concede las mayores gracias cuando yo no las espero en absoluto (Diario 158).
Aunque Sor Faustina pasó sólo unas pocas semanas en Kiekrz, sin embargo dejó allí muy buena impresión. La Superiora de la comunidad, la hermana Javiera Olszamowska, después de su partida escribió a la Madre General, Michaela Moraczewska: he tenido la impresión de que lleva una vida interior muy profunda, que Dios le ha otorgado gracias muy especiales.
Gracias a los esfuerzos de las Hermanas de la comunidad de Kiekrz, y con la ayuda de numerosos benefactores, se ha logrado reconstruir el camino que santa Faustina recorría hasta llegar al lago. Este camino de santa Faustina fue bendecido por el Arzobispo de Poznań, Monseñor Stanisław Gądecki el 5 de octubre de 2005, año del centenario del nacimiento de la Apóstol de la Divina Misericordia. Una gran estatua de yeso saluda a los peregrinos que llegan a este lugar, invitándoles a seguir el camino de la contemplación del amor misericordioso de Dios en la naturaleza y en las estaciones del Via Crucis, que están distribuidas a lo largo del bello camino, con 33 sauces, que son como mudos testigos de los paseos que allí daba la Apóstol de la Divina Misericordia. Justo en el sitio donde tuvieron lugar los encuentros de santa Faustina con Jesús se ha instalado un altar con una cruz de varios metros. En uno de los edificios del convento las hermanas han preparado una sala de recuerdos, donde se pueden ver exposiciones históricas que presentan a los peregrinos la vida cotidiana de las hermanas en los principios de la comunidad de Kiersk.
La comunidad de Kiekrz
En marzo de 1928, por invitación del Padre canónigo Walenty Dymek, quien más tarde sería Arzobispo de Poznań, la Hermana Dominika Matysiak y la hermana Filomena Andrejko, de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia fueron a Kiekrz a iniciar una nueva comunidad. En abril del mismo año, llegó allí la madre Javiera Olszamowska, pues había sido nombrada como primera superiora de la nueva casa (cargo que desempeñó hasta 1941.) La Congregación debía llevar allí una Casa de Misericordia para muchachas precisadas de una profunda renovación moral, de las que antes se habían estado ocupando las damas de la Sociedad » Przystań», en Poznań. Las Hermanas habían arrendado una propiedad (de varias hectáreas) con una casa que tenía vistas al pequeño lago Kierskie, el cual estaba rodeado por un gran huerto de cuatro mil árboles frutales y campos de cultivo. Para ir a la iglesia parroquial tenían que caminar más de 2 kilómetros, y para llegar hasta la estación de tren tenían que andar unos 3 kilómetros. Ya en julio, la casa y la capilla fueron consagradas por el obispo Karol Radonski. El primer año de funcionamiento de la Casa de Misericordia fue muy difícil, principalmente debido a la falta de recursos materiales. La comunidad tenía bajo su tutela alrededor de 20 muchachas, enviadas allí por las autoridades locales de la comarca (jóvenes que debían cumplir penas del tribunal de menores) o por el Departamento de Bienestar Social de Poznań. No fue hasta que se puso en marcha la panadería, que el número de muchachas aumentó hasta que en 1934 llegaron a ser unas 40 en total. La casa fue creciendo con bastante rapidez, y también fue aumentando el número de hermanas de la comunidad. El mantenimiento de la casa lo conseguían gracias a la granja y al huerto que conreaban, que les proporcionaba algunos ingresos, así como con los ingresos de la panadería, y del correspondiente horno de pan, donde se producía por semana cerca de 1.200 kilogramos de pan y bollos. La falta de electricidad y de mecanización en la granja representaba un gran impedimento para ellas, y los ingresos tan modestos que tenían no les permitía tampoco hacer mayores inversiones.
Un período particularmente difícil en la historia de la comunidad de Kiersk fue la Segunda Guerra Mundial. Al principio, el trabajo en la comunidad se realizaba con toda normalidad, pero en 1941 los nazis ocuparon la casa. Las hermanas fueron deportadas al campo de Bojanowo, y las chicas fueron enviadas a sus familias o las mandaban a desempeñar un servicio doméstico en alguna casa. En el edificio se instaló una casa para 75 muchachos alemanes. Una vez acabada la guerra las hermanas regresaron a Kiekrz, pero los edificios habían sido ocupados por el gobierno local Provincial (de la voivodía). Tuvieron que hacer un gran esfuerzo para recuperar la casa y la granja, así como para poner en marcha nuevamente la labor educativa. Todo tenía que empezar de cero. Otra dificultad surgió en 1960, cuando en noviembre, las autoridades liquidaron la actividad del centro. Para no perder la casa, la Congregación trasladó a Kiekrz el noviciado, que funcionó allí durante 10 años. Las hermanas organizaron allí una guardería para niños y desde 1986, como parte de su nueva actividad emprendieron un refugio para prestar ayuda a madres solteras y ofrecerles un alojamiento temporal en caso de necesidad. En 1999, las madres solteras empezaron a vivir en un edificio nuevo con capacidad para 21 madres y 25 niños.
Debido a la presencia de santa Faustina en la casa, desde hace años se está desarrollando en la población de Kiekrz un centro de culto de la Divina Misericordia para toda la Arquidiócesis de Poznań.
Hna. M. Natanaela Czajkowska ISMM
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Publicado en:
„Orędzie Miłosierdzia” (Mensaje de la Misericordia), nr 67(2008), Pág. 10-11.
Traducción al español – Xavier Bordas Cornet