De entre todas las formas de culto de la Divina Misericordia transmitidas por Sor Faustina, la Hora de la Misericordia fue la que se descubrió y divulgó más tarde, puesto que las primeras publicaciones que aparecieron propagando dicha devoción solían difundir, sobre todo: la Coronilla a la Divina Misericordia, la Novena y las Letanías. Para que surgieran a la superficie todas las oraciones que reveló el Señor a través de Sor Faustina, hizo falta esperar un cierto tiempo: esto no se produjo hasta que se llevó a cabo un análisis teológico de los escritos de santa Faustina, especialmente del «Diario», estudio que realizó el Padre Prof. I Różycki como una labor necesaria para el proceso de beatificación, que es cuando dichas oraciones, y las promesas que Jesús había vinculado a ellas para todos aquellos que las rezaran, se conocieron. Entre estas formas privilegiadas de culto, junto a la imagen de Jesús Misericordioso, la fiesta de la Misericordia, el rezo de la Coronilla a la Divina Misericordia, la propagación de la devoción a la Divina Misericordia, se halla también la Hora de la Misericordia. Desde la publicación de la obra del Padre Prof. Różycki sobre la devoción a la Divina Misericordia se constató un rápido desarrollo de esta nueva forma de culto, ya que su práctica no requiere circunstancia especial alguna (como por ejemplo, la necesidad de ir a una iglesia); basta con unirse a Jesús (a las 3 de la tarde) en el momento de la agonía de Jesús en la cruz, estemos donde estemos, y que procuremos, en este momento, meditar su Pasión, y que al rezar en estos momentos, en nuestras súplicas nos refiramos al valor y a los méritos de su Pasión.