Peregrinaciones papales
al Santuario de la Divina Misericordia
en Cracovia-Łagiewniki
La capital de la devoción a la Divina Misericordia ha acogido tres veces al Vicario de Cristo: Juan Pablo II peregrinó dos veces a Łagiewniki: el 7 de junio de 1997 y el 17 de agosto de 2002, mientras que Benedicto XVI lo hizo el 27 de mayo de 2006. Cada uno de estos peregrinos dejó una profunda huella, no sólo en la historia del Santuario de la Divina Misericordia en Łagiewniki, sino también en la historia de la Iglesia, porque estas peregrinaciones mostraban el inmenso «don de Dios para nuestro tiempo», cual es el mensaje de la Misericordia, transmitido por santa Sor Faustina, que nos recuerda la verdad bíblica sobre el amor misericordioso de Dios hacia todo ser humano.
En los últimos 10 años, el Santuario de Łagiewniki ha recibido ya tres visitas papales, ¿cuál ha sido el motivo?
Sin duda, el motivo de las peregrinaciones papales y de que tantos millones de peregrinos vengan a ese lugar no radica en su atractivo externo, sino en el inmenso don de Dios, que Él ha depositado en este lugar, el don del mensaje sobre su amor misericordioso hacia cada ser humano, que transmitió a través de la hoy santa Sor Faustina. Ella vivió y murió aquí; aquí también descansan sus restos mortales, y por lo tanto es aquí donde echó raíces la obra de su vida: el mensaje de la Misericordia. Desde aquí se extiende por todo el mundo. Este don fue descubierto relativamente rápido por Karol Wojtyla, pues aún siendo empleado de la empresa Solvay que se encontraba en la vecindad del convento de Łagiewniki, cada vez que hacía la visita a nuestra capilla, entraba y rezaba ante la imagen de Jesús Misericordioso. Luego, ya como sacerdote, celebraba los oficios en honor a la Divina Misericordia en Cracovia, que había iniciado el confesor de santa Faustina, el Padre José Andrasz SJ. Luego, como obispo de la diócesis de Cracovia, inició el proceso informativo a nivel diocesano para la canonización de Sor Faustina, y como Papa llevó a cabo su beatificación y canonización. Al final de su vida, en su libro «Memoria e Identidad», escribió que el mensaje de la Divina Misericordia, que Sor Faustina había transmitido, fue lo que permitió a muchas personas sobrevivir el tiempo tan cruel y difícil de la Segunda Guerra Mundial; en el mismo libro dijo que el mensaje es la única verdad que permite equilibrar la balanza ante el mal del mundo, es decir, la verdad de la misericordia de Dios. El se refería al el mensaje de la Misericordia en el contexto de los dos sistemas totalitarios del siglo XX: el fascismo y el comunismo, que imperaban en Europa durante aquel siglo. Pero esta verdad sobre la misericordia de Dios se puede referir a toda forma de mal que hay en el ser humano y en el mundo. Pues mayor que el mal es la misericordia de Dios. El “Diario” de santa Faustina, en el que por encargo de Jesús fue escrito este mensaje, el Papa Juan Pablo II lo solía llamar el Evangelio de la Misericordia escrito en el siglo XX. Como sucesor de San Pedro, vino a Łagiewniki dos veces para mostrar al mundo este don de Dios, porque – como dijo Jesús a Sor Faustina: La humanidad no conocerá paz hasta que no se dirija a la Fuente de Mi misericordia. El Santo Padre sabía bien que el único socorro, única salvación y remedio para el hombre contemporáneo y para el mundo es implorar con confianza la Divina Misericordia.
La primera peregrinación de Juan Pablo II tuvo lugar el 7 de junio de 1997. ¿Podría explicarnos las circunstancias y el mensaje que nos dejó?
La primera peregrinación papal en el santuario de Łagiewniki fue muy íntima. Era un sábado por la tarde. Después de una larga espera en oración, el Santo Padre llegó a la capilla del convento donde está la imagen milagrosa de Jesús Misericordioso y la urna con las reliquias de santa Sor Faustina. En aquella ocasión participaron del encuentro principalmente las hermanas de nuestra congregación, que se encontraban dentro de la capilla, y fuera de la capilla estaban las muchachas del Centro Educativo de la Juventud (bajo la tutela de las hermanas), miembros y voluntarios de la asociación «Faustinum”, benefactores, donantes, personas relacionadas con el Santuario y la Congregación por diversos motivos. Aunque se trataba de un encuentro con las hermanas de la Congregación, sin embargo, las palabras pronunciadas por el Papa iban dirigidas a todos.
En aquel breve discurso, cuatro pensamientos del Papa se quedaron grabados en mi memoria: en el primer mensaje que nos dejó, dirigido a todos, nos dijo que la misericordia es la cosa más importante en la vida de cada persona, pues no hay nada que la persona necesite más que la Divina Misericordia, ese amor que quiere bien, que compadece, que eleva al hombre, por encima de su debilidad, hacia las infinitas alturas de la santidad de Dios.
El segundo pensamiento que compartió se refería a los peregrinos que visitan el santuario de Łagiewniki. El Santo Padre dijo que cada uno puede venir acá, contemplar este cuadro de Jesús misericordioso, su Corazón que irradia gracias, y escuchar en lo más íntimo de su alma lo que oyó la beata. «No tengas miedo de nada. Yo estoy siempre contigo» (Diario, cap. II). Y, si responde con sinceridad de corazón: « ¡Jesús, confío en ti!», encontrará consuelo en todas sus angustias y en todos sus temores.
El tercer tema al que se refirió fue más personal: el Papa quiso expresar su agradecimiento, ante la imagen de Jesús Misericordioso, por el hecho de haber podido cumplir Su voluntad y establecer la Fiesta de la Divina Misericordia. En aquel entonces, la fiesta se celebraba sólo en Polonia. También expresó unas palabras en las que confesó que el mensaje de la Divina Misericordia le había sido siempre muy cercano, y que, ya como Papa, lo llevó a la Santa Sede, y afirmó que dicho mensaje es lo que había ido formando todo su pontificado. Finalmente, el último mensaje iba dirigido a la Congregación. El Santo Padre nos indicó entonces la necesidad de adoptar el carisma de la entonces Beata Sor Faustina y nos animó a vivirlo en todas sus dimensiones: Cristo confió a vuestra congregación la custodia de este lugar y, al mismo tiempo, os ha llamado a un apostolado particular: el de su Misericordia. Os pido: cumplid ese encargo. El hombre de hoy tiene necesidad de vuestro anuncio de la misericordia; tiene necesidad de vuestras obras de misericordia y tiene necesidad de vuestra oración para alcanzar misericordia. No descuidéis ninguna de estas dimensiones del apostolado.
Por segunda vez el Papa Juan Pablo II vino a Łagiewniki el 17 de agosto 2002 y lo hizo con un propósito específico: tenía que dedicar la nueva iglesia. Resultó que no sólo consagró la basílica, sino que consagró el mundo entero a la Divina Misericordia. ¿Cómo recuerda la hermana esta segunda peregrinación y su mensaje?
La segunda peregrinación a Łagiewniki tenía un carácter completamente distinto a la anterior. El Santo Padre vino para dedicar la nueva iglesia del Santuario. Esta peregrinación, que era la última peregrinación a su tierra natal, transcurrió bajo el lema: «Dios rico en misericordia», por lo que estaba tan llena de contenidos maravillosos sobre el misterio de la Divina Misericordia, el mensaje de la Misericordia y santa Faustina; finalmente, esta gran consagración del mundo a la Divina Misericordia que el Papa, de forma inesperada, hizo, resultó ser la gran alegría de todos.
La dedicación de la Basílica creaba un cierto contexto para expresar cosas acerca del Santuario en Łagiewniki. El Santo Padre dijo que, aunque sólo a Dios pertenece el mundo entero y todo tiempo, sin embargo, hay lugares y momentos especialmente elegidos por Él, en los que las personas experimentan su presencia y su gracia. La gente peregrina a estos lugares porque tiene la certeza de encontrarse realmente ante Dios, que está presente allí. Estoy convencido – dijo El Papa Juan Pablo II acerca del santuario en Łagiewniki – que éste también es un lugar particular que Dios ha elegido para derramar aquí su gracia, y colmar a las personas con su misericordia.
Las palabras más conmovedoras, no obstante, fueron aquellas con las que se refirió a la «chispa», que tenía que preparar al mundo para la venida final de Cristo. Algunos han especulado afirmando que la chispa, de la que se habla en el “Diario” de santa Sor Faustina, era Juan Pablo II o la santa misma. Mientras tanto, de lo que dijo el Santo Padre en aquella ocasión se desprende de forma clara que la chispa consiste en el mensaje mismo de la Divina Misericordia, que desde Łagiewniki se extiende por todo el mundo. El Santo Padre dijo: Lo hago con el deseo ardiente de que el mensaje del amor misericordioso de Dios, proclamado aquí a través de santa Faustina, llegue a todos los habitantes de la tierra y llene su corazón de esperanza. Que este mensaje se difunda desde este lugar a toda nuestra amada patria y al mundo. Ojalá se cumpla la firme promesa del Señor Jesús: de aquí debe salir «la chispa que preparará al mundo para su última venida» (cf. Diario, 1732, ed. it., p. 568). Es preciso encender esta chispa de la gracia de Dios. Es preciso transmitir al mundo este fuego de la misericordia. En la misericordia de Dios el mundo encontrará la paz, y el hombre, la felicidad.
Esta tarea de proclamar con fuerza el mensaje sobre el amor misericordioso de Dios al hombre no sólo lo encomendó a las Hermanas de la Congregación de la Madre de Dios de la Misericordia, donde vivió y murió santa Sor Faustina, sino también a la Iglesia en Cracovia y en Polonia y a todos los peregrinos que visitan Santuario.
Cuatro años más tarde, siguiendo los pasos de Juan Pablo II, el Papa Benedicto XVI peregrinó al Santuario. Se trataba pues de la tercera peregrinación de un Pontífice al Santuario de la Divina Misericordia.
Esto fue el 27 de mayo de 2006. El Papa visitó la capilla del convento, la Basílica y la Capilla de la Adoración Perpetua. Luego, oró ante la imagen milagrosa de Jesús Misericordioso, y ante la tumba de santa Sor Faustina, recibió una reliquia de la Apóstol de la Misericordia de manos de la Superiora General Gracjana Szewc, y allí bendijo la a Congregación, en su servicio de llevar al mundo el mensaje de la Misericordia. Luego se dirigió a pie hacia la basílica, donde tuvo un encuentro con los enfermos, saludó a sus cuidadores, a los sacerdotes que se ocupan de la pastoral del Santuario, a las Hermanas de la Congregación de la Madre de Dios de la Misericordia, a los miembros de la Asociación “Faustinum” y a todos los allí presentes. En sus palabras dirigidas a los enfermos, dijo: Vosotros, queridos enfermos, marcados por el sufrimiento del cuerpo y del alma, sois quienes estáis más unidos a la cruz de Cristo, pero, al mismo tiempo, sois los testigos más elocuentes de la misericordia de Dios. Por medio de vosotros y mediante vuestro sufrimiento, él se inclina con amor hacia la humanidad. Sois vosotros quienes, diciendo en el silencio del corazón: «Jesús, en ti confío», nos enseñáis que no hay fe más profunda, esperanza más viva y amor más ardiente que la fe, la esperanza y el amor de quien en la tribulación se abandona en las manos seguras de Dios. ¡Ojalá que las manos de quienes os ayudan en el nombre de la misericordia sean una prolongación de estas grandes manos de Dios!
A continuación, fue a la Capilla de la Adoración Perpetua para vivenciar allí unos momentos de oración personal. Después de la oración, escribió algunas palabras en el libro conmemorativo, que expresan deseos para todos los peregrinos que visitan el Santuario: Pido que Dios, que es el Amor, llene los corazones de todos los peregrinos que vienen a este lugar, colmándolos de dones de su misericordia, que los fortalezca con su fuerza, para que puedan permanecer en la fe verdadera y dar frutos de la verdad, el amor y la paz en el mundo contemporáneo.
¿Qué legado han dejado las peregrinaciones papales en este Santuario?
Ciertamente, la memoria de aquellos acontecimientos, pero sobre todo una enseñanza muy profunda acerca de Dios, que es rico en misericordia, así como una clara indicación que muestra este don de Dios para nuestro tiempo, que es el mensaje de la Misericordia transmitido por santa Sor Faustina. Sabemos que Juan Pablo II, en el día de la canonización de santa Faustina – el 30 de abril de 2000 – dio este mensaje a toda la Iglesia para el tercer milenio. Asimismo, ahora sacamos provecho no sólo de los contenidos que pronunció durante sus peregrinaciones a Łagiewniki, y durante la beatificación y canonización de santa Faustina, sino también de todo el magisterio del Santo Padre, sobre todo en lo que se refiere al misterio de la Divina Misericordia y de la misericordia humana. Aquí hay que destacar el tesoro único que es la Encíclica «Dives in Misericordia», la primera encíclica en la historia de la Iglesia, dedicada exclusivamente a este tema. Su contenido es totalmente coherente con el “Diario” de santa Sor Faustina, tanto es así que uno podría creer que el Santo Padre hizo del mensaje fundamental de «Diario» el contenido del documento papal, que es magisterio oficial de la Iglesia.
El Papa Benedicto XVI también destacó el hecho de que la misericordia fuera el mensaje fundamental para nuestros tiempos, al decir que en realidad es un mensaje central precisamente para nuestro tiempo: la Misericordia como fuerza de Dios, como límite divino contra el mal del mundo.
El ve también en la espiritualidad y misión de santa Sor Faustina una novedad del mensaje cristiano. El gran deseo de esta mujer santa – reconoció – era situar la Divina Misericordia en el centro de la fe y la vida cristianas. Gracias a la fuerza de su vida espiritual, ella mostró a plena luz, justamente en nuestros tiempos, que han conocido las crueldades de las ideologías oficiales, la novedad del mensaje cristiano.
Vivimos en tiempos, en esta etapa de la historia de la Iglesia y del mundo, en los que el misterio del amor misericordioso de Dios para con el hombre irradia una nueva luz sobre el mundo. Es por eso que estos tiempos, aunque sean tan difíciles, son también hermosos.
Conversación con hna. M. Elżbieta Siepak ISMM
Traducción del polaco: Xavier Bordas Cornet
Oración del papa Francisco ante la tumba de santa Sor Faustina
y el sacramento de la reconciliación
El 30 de julio de 2016 fue la tercera vez que el Papa había rezado en la capilla con la milagrosa imagen de Jesús Misericordioso y la tumba de santa Faustina. El Santo Padre Francisco mencionó el nombre de la Apóstol de la Divina Misericordia en la bula expedida con la ocasión de la apertura del Jubileo de la Misericordia y en la carta dirigida a los jóvenes que se estaban preparando para la Jornada Mundial de la Juventud. Además de animarlos a profundizar y practicar las obras de misericordia, inspirándose en la oración de santa Sor Faustina, el Papa les aseguró que: Jesús misericordioso, retratado en la imagen venerada por el pueblo de Dios en el santuario de Cracovia a Él dedicado, les espera. ¡Él se fía de ustedes y cuenta con ustedes! Tiene tantas cosas importantes que decirle a cada uno y cada una de ustedes… No tengan miedo de contemplar sus ojos llenos de amor infinito hacia ustedes y déjense tocar por su mirada misericordiosa, dispuesta a perdonar cada uno de sus pecados, una mirada que es capaz de cambiar la vida de ustedes y de sanar sus almas, una mirada que sacia la profunda sed que demora en sus corazones jóvenes: sed de amor, de paz, de alegría y de auténtica felicidad. ¡Vayan a Él y no tengan miedo! Vengan para decirle desde lo más profundo de sus corazones: “¡Jesús, confío en Ti!”. Déjense tocar por su misericordia sin límites, para que ustedes a su vez se conviertan en apóstoles de la misericordia mediante las obras, las palabras y la oración, en nuestro mundo herido por el egoísmo, el odio y tanta desesperación.
Fue la primera vez que el Papa había celebrado un oficio de peniencia en el Santuario (basílica) y escuchado confesiones, confesando a ocho jóvenes en la lengua italiana, española y francesa. Este servicio del Santo Padre permitió ver la reconciliación en el esplendor del misterio de la misericordia Divina, evocando las palabras pronunciadas por Jesús a santa Sor Faustina en ese lugar: Di a las almas que es en el tribunal de la misericordia donde han de buscar consuelo; allí tienen lugar los milagros más grandes y se repiten incesantemente. Para obtener este milagro no hay que hacer una peregrinación lejana ni celebrar algunos ritos exteriores, sino que basta acercarse con fe a los pies de Mi representante y confesarle con fe su miseria y el milagro de la Misericordia de Dios se manifestará en toda su plenitud (Diario, 1448).
Todos los viajes papales hablan sobre la importancia del mensaje proveniente de este lugar: el mensaje de la Misericodia, transmitido por Dios a través de santa Sor Faustinia, para la vida de la Iglesia contemporánea. Es un “don Divino para nuestros tiempos”, decía el Santo Padre Juan Pablo II y dio este mensaje para el tercer milenio a todo el mundo, para que todos conozcan la verdadera cara de Dios y del hombre. El papa Benedicto XVI confirmó que este mensaje es en efecto el mensaje principal de nuestros tiempos: el de la misericordia como el poder Divino, como el límite para el mal de todo el mundo.. El Santo Padre Francisco indicó las fuentes de la misericordia Divina, tales como la oración y los sacramentos, sobre todo el sacramento de la reconciliación, y además a la gran intermediaria en cuanto a la petición de favores, santa Sor Faustina: Ella que fue llamada a entrar en las profundidades de la divina misericordia, interceda por nosotros y nos obtenga vivir y caminar siempre en el perdón de Dios y en la inquebrantable confianza en su amor.
Hna. M. Elżbieta Siepak ISMM
Traducción del polaco: Agnieszka Leśniak
Santuarios/El Santuario de Misericordia en Cracovia-Łagiewniki