Poco antes de la prueba más dura que Dios había decidido mandar a nuestra nación, después de que casi diez siglos antes nos hubiera llamado a estar a su servicio, le pareció bien demostrarnos de un modo muy singular su misericordia, exhortándonos a que nos dirigiéramos a Él con una confianza cada vez mayor. Utilizó para ello a una humilde muchacha polaca, Helena Kowalska, y luego como religiosa en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, Sor María Faustina, la cual habiendo vivido tan sólo 33 años en la tierra, pasó a nacer a la nueva vida en el cielo el día 5 de octubre de 1938, dejando tras de sí el recuerdo de ser una de las almas más dotadas por Dios con gracias especiales. La idea principal de todas las comunicaciones interiores que recibía de Jesucristo era el secreto de la Divina Misericordia y el deber que tenemos, por nuestra parte, de darle una respuesta que se exprese por una total esperanza. La preciosa imagen de Jesucristo, en la que parece venir hacia nosotros, abriendo el pecho del que salen los rayos de sus gracias, ha de enseñarnos el secreto de la Divina Misericordia, cuya personificación eterna e incesante es Jesús, y las diversas oraciones y jaculatorias compuestas por inspiración divina por Sor María Faustina, han de despertar en las almas esa confianza ilimitada, a la que la piadosa religiosa dedicó toda su vida para difundirla.
La obra, a la que fue llamada por Dios, en su vida silenciosa y oculta, empieza a crecer cada vez más y a mover almas, fortaleciéndolas en los momentos de las más difíciles pruebas permitidas por Dios, que no le faltan a nadie en los últimos años. Y no es de extrañar, pues no encontramos en ella nada que no provenga de las fuentes más puras de la revelación cristiana, que no corresponda a las tradiciones más fieles de la fe y de la moral cristiana más ortodoxas. Podemos entonces acoger en nuestras almas las exhortaciones de Sor Faustina y darles una respuesta completa, porque todo lo que resuena en ellas está impregnado de tonos puros del magisterio evangélico.
Padre Jacek Woroniecki OP
Tajemnica miłosierdzia Bożego (El secreto de la Divina Misericordia)
Cracovia 1943
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Creo que entre esa tumba (de la Sierva de Dios Sor Faustina, en Łagiewniki) y Roma, hay una especie de puente, una especie de vínculo. ¿Puedo decirlo? Hemos oído las palabras del Santo Padre que nos sorprendieron: “Desde el primer momento que fui elegido Papa sabía que debía escribir una encíclica sobre la Divina Misericordia. La primera encíclica, Redemptor hominis (El Redentor del mundo) fue una especie de introducción, como si fuera una transición”. ¿Acaso no hay puente? ¿No hay un claro vínculo entre el Obispo de Cracovia, hoy Obispo de Roma y vicario de Cristo, y esa humilde religiosa, su vida, su santidad y todo aquello que Jesús Misericordioso le había revelado?
Obispo Kazimierz Majdański
Cracovia- Łagiewniki, el 5 de octubre de 1985
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El fenómeno de Sor Faustina la inscribe en el registro de los santos de relevancia universal. No debemos pues sorprendernos de que Sor Faustina se haga tan popular en tantos países fuera de Polonia (…). El Mensaje de la Misericordia que se expande por el mundo a través de Sor Faustina parece ser la mayor necesidad de nuestros tiempos.
Primado de Polonia, Cardenal Józef Glemp
Varsovia 1993
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Santa Faustina descubría la plenitud de la Divina Misericordia
Las grandes iniciativas de la misericordia y las obras caritativas que han surgido de ello no han agotado todos los contenidos que Dios, rico en misericordia, nos ha revelado. Así como el trabajo caritativo se refiere básicamente a proporcionar ayuda en las debilidades corporales, la misericordia, nos obstante, tal como nos ha mostrado Santa Faustina, se refiere sobre todo al sufrimiento y a las enfermedades del alma. Santa Faustina se dirige a las almas paralizadas, dormidas, mutiladas, agonizantes, llenas de desesperación o aquellas que se están hunden en la condenación porque no han conocido el calor del Divino Corazón. Las almas necesitan el apoyo de los demás para llegar a confiar en Cristo y poder decir: “Jesús, en Ti confío”. La misericordia puesta en práctica debería alentar a las almas que están en peligro a que confíen completamente en Cristo. La revelación de esta verdad le costó a Sor Faustina un gran sufrimiento, que le producían las personas más próximas. Hoy eso no nos extraña, todo lo contrario, consideramos que dichos sufrimientos, como el sufrimiento del parto que padece la madre cuando tiene que dar a luz un nuevo ser, eran necesario para que pudiéramos tener un remedio; y así como el sufrimiento que padece la madre es nece- sario para que pueda nacer un niño, similarmente Sor Faustina debía sufrir para que pudiera aparecer el remedio que nos sanase de la enfermedad contemporánea que padece la humanidad entera tras la primera y la segunda guerra mundial, tras las satánicas manifestaciones de odio que se produjeron en los campos de exterminio, y otros tipos de desprecio que sufre el hombre de hoy. Sor Faustina sufría porque no lograba llegar a su entorno más cercano, es decir a las demás hermanas y a la jerarquía, para llevar a cabo el mandato que había recibido de Cristo. El sufrimiento intensificaba la sensación que tenía de su propia debilidad e impotencia. Eso provocaba en ella sequedades periódicas, desánimo y crecientes estados de duda. Pero como que Dios quería que Sor Faustina hablara al mundo sobre la Misericordia, la Divina Providencia encontró nuevas formas para presentar públicamente esta verdad de la Misericordia.
Primado de Polonia, Cardenal Józef Glemp
Białystok, el 28 de septiembre de 2008
Discurso durante la beatificación de Michał Sopoćko
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Sor Faustina, la discípula de la escuela de la misericordia, había recibido por gracia de Dios, la fuerza espiritual de un gigante. Se convirtió, pues, en difusora y apóstol de la Divina Misericordia, y su único modo de ser fue vivir para los demás: “Mi nombre ha de ser sacrificio”. Sor Faustina hizo realidad en su propia vida ese vínculo que existe entre la devoción a la Divina Misericordia y el estricto requisito ético del amor al prójimo, y lo hizo de una forma tan elocuente, que cuando nos dirigimos a ella, nos conduce y guía a Jesús Misericordioso.
Cardenal Franciszek Macharski, el arzobispo de Cracovia
Celebración de acción de gracias en la Basílica de San Juan de Letrán
19 de abril de 1993
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En nuestro caminar hacia la preparación del Jubileo del año 2000, desde que la “La Palabra se hizo carne”, se nos plantea una pregunta: ¿no deberíamos hacer algo que sea, para nosotros y para las generaciones futuras, como una fuerte señal que muestre que no dejamos pasar por alto el tiempo en el que nos visitó y se nos reveló la gracia de Dios? (…). ¡Desde hace muchos años que estoy completamente convencido de que esa señal debe ser la respuesta que demos a la Divina Misericordia! El amor providencial de Dios hizo que en Cracovia, concretamente en Łagiewniki viviera y muriera hace ya 60 años la beata Sor Faustina, la apóstol de la Divina Misericordia. Hoy en día la imagen de Cristo con la inscripción: “Jesús, en Ti confío” es conocida en el mundo entero, como recalcó más de una vez el Santo Padre Juan Pablo II. Y desde todos los continentes la gente peregrina a Łagiewniki como a uno de los mayores santuarios del mundo y al venir, suelen decir: ésta es la capital de la Divina Misericordia. ¿No deberíamos entonces recibir ese don con el corazón abierto? ¿No debemos, acaso, preocuparnos con gran solicitud por el destino de la devoción a la Divina Misericordia, así como por el santuario de la Divina Misericordia en Łagiewniki y dar testimonio ante Dios y ante la gente que de verdad hemos “acogido” a Cristo, el Hijo de Dios que se encarnó, y que después de ser crucificado se convirtió en el Redentor del hombre?
Cardenal Franciszek Macharski
Carta Pastoral de Adviento -1998
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El mensaje completo de Sor Faustina, humilde monja de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, nos alienta a alabar la Divina Misericordia tanto implorándola con una confianza plena, como a través de la práctica de la misericordia en favor del prójimo.
Hoy en día hay en el mundo entero diversas maneras de implorar la Divina Misericordia, formas que nos transmitió Sor Faustina. Estas son: venerar la imagen de Jesús Misericordioso, ese icono que incluye la jaculatoria: Jesús, en Ti confío, la celebración de la Fiesta de la Divina Misericordia en el segundo domingo de Pascua, la Coronilla a la Divina Misericordia y la oración de las tres de la tarde, en la hora de la misericordia, que es el momento de la agonía de Jesucristo.
En el mundo entero se conocen también las dos condiciones necesarias para una auténtica devoción a la Divina Misericordia. Estas son: confiar incesantemente en la Divina Misericordia y ejercer la misericordia hacia el prójimo mediante obras, de palabra y por la oración. Sor Faustina nos transmite de verdad la llamada de Cristo: Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia (Mt 5, 7).
Los dones de Dios, también el don de la canonización de Sor Faustina, han de convertirnos a la misericordia. Sólo puede predicarlos, transmitirlos y ser su apóstol, quien se haya vuelto misericordioso en sus pensamientos, palabras, obras, y en general en toda su manera de vivir. ¡Es entonces cuando se predica lo que uno mismo vive! Una persona así predica, en definitiva, que confía en Jesucristo y que construye su vida sobre la práctica de la misericordia hacia los demás. Esa llamada va dirigida a todos, independientemente del puesto que ocupe en la Iglesia: sea católico laico, sacerdote, religioso o religiosa.
Cardenal Franciszek Macharski
„Orędzie Miłosierdzia” (Mensaje de la Misericordia) 35(2000), p.6
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Dirijo mi mirada hacia el Santuario de Łagiewniki, en Cracovia. Desde allí se ha difundido al mundo entero el mensaje de la Divina Misericordia mediante la misión de la santa Sor Faustina, de la cual conmemoramos hoy el centenario de su bautismo. La predicación de este mensaje es un gran privilegio de Cracovia y de su pastor; al mismo tiempo es una tarea que me comprometo a llevar a cabo con humildad.
Arzobispo de Cracovia, Cardenal Stanisław Dziwisz
27 de agosto de 2005
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La clave para entender la personalidad y la misión del beato Miguel Sopoćko es el hecho de que con toda su vida “cantó y alabó la misericordia del Señor”. Se convirtió así en un siervo de la Divina Misericordia. Eso tuvo lugar, en particular, en el momento en el que, en el ámbito de su servicio sacerdotal, apareció Sor Faustina Kowalska de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia. Como resultó después, ése fue un momento crucial en la vida del beato. Fue necesaria la sabiduría, la sensibilidad espiritual y la santidad del Padre Miguel Sopoćko para que se pueda reconocer, en las visiones que tuvo esta simple y humilde religiosa, el mensaje de Dios dirigido al mundo entero.
Arzobispo de Cracovia, Cardenal Stanisław Dziwisz
28 de septiembre de 2008
Homilía durante la beatificación del Padre Miguel Sopoćko
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“Nosotros creíamos que ya habíamos aprendido todo sobre el cristianismo, pensábamos que ya nada nos iba a sorprender, pero realmente a la luz del Diario [de Sor Faustina] nos damos cuenta de que necesitamos hacer nuevas lecturas del Evangelio, nuevos estudios y reflexiones, puesto que todavía tenemos pendiente lograr una nueva y más profunda comprensión sobre qué es y qué puede llegar a ser la cristiandad”.
Padre profesor Józef Tischner
Grzegorz Nurek, “Lo veo claramente”
en Dziennik Polski, 18-19 de abril de 2009, p. D1, D3
Traducción al español – Xavier Bordas Cornet