Una de las costumbres navideñas es la de adornar el arból de Navidad que luego embellece el interior de las iglesias, casas, se coloca en las plazas y otros lugares de uso público. En muchas culturas el árbol conífero es el símbolo de la vida, del renacimiento, de la duración y la fertilidad. El abeto decorado es uno de los símbolos de la Navidad más reconocidos en Europa. En el cristianismo el árbol vivo como tal simboliza a Jesús como la fuente de la vida. Sin embargo, algunos adornos también tienen su simbología: la estrella que se coloca en la cima iba a guiar a los que retornaban a la casa desde lejos, la luz simboliza a Jesús que es la luz del mundo, ángeles son los que cuidan de la casa, mientras que las cadenas de papel recuerdan la esclavitud que surge del pecado del que nos libera Jesús. En la cultura contemporácea el elemento de mayor importancia son los regalos que encontramos por debajo del árbol… sin embargo estos también simbolizan los futuros dones del Cielo. Vale la pena mirar el árbol de Navidad teninedo en cuenta toda su simbología que surge de la cultura cristiana y vivir el misterio tan alegre de la Navidad de forma más profunda y fructífera.